Si algo nos atrae de la colonia San Ángel es el encanto pintoresco de sus calles empedradas, su arquitectura colonial y las bugambilias que desfilan en primavera. La historia de este barrio vecino de Chimalistac y Altavista comenzó con los carmelitas y los dominicos en el siglo XVII, cuando llegaron al entonces pueblo de Tenanitla. Los carmelitas construyeron el Convento del Carmen cerca del río Magdalena, que desde 1930 corre subterráneo en esta zona. Su arquitectura se moldeó por el carácter veraniego del área, donde los acaudalados construían sus casas de descanso cerca del convento (sí, la ciudad no era tan grande y esta zona se consideraba campo).
Si la colonia San Ángel es considerada un barrio mágico, es con razón. Espacios como el Museo de Arte Carrillo Gil, cuya colección incluye obras de Rufino Tamayo, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera; la Casa Estudio Museo Diego Rivera, obra funcionalista de Juan O’Gorman, y el Centro Cultural San Ángel son evidencia de que es un epicentro cultural. Además, alrededor de la Plaza San Jacinto, hay cafés, tiendas y galerías de arte que lo convierten en un punto de encuentro. Sin mencionar el tradicional Bazar Sábado que se celebra fielmente cada fin de semana.
Te invitamos a redescubrir este barrio en la zona sur de la Ciudad de México, donde vivieron los pintores Frida Kahlo y Diego Rivera, así como el diplomático Isidro Fabela.
Lugares imperdibles en la colonia San Ángel:
Cinemanía Loreto
Desde 1994, Cinemanía Loreto ha sido un refugio para los amantes del cine en la Ciudad de México, un lugar donde se pueden encontrar películas que no se anuncian en ninguna otra sala. 22 años después, fue renovado y el cambio le sentó muy bien.
Ahora cuenta con cuatro salas equipadas con proyectores digitales, asientos nuevos y mucho más cómodos, y una nueva decoración. Cada sala tiene su propia programación y personalidad: la sala clásica presenta los estrenos más importantes, mientras que la sala insólita está dedicada al cine mexicano. La sala inesperada está diseñada para quienes desean explorar el cine experimental, y la sala ecléctica se enfoca en el cine de género.
La carta del bar también se reinventó con cocteles de autor como “Y tu mamá también” o “Cronos”, así como baguettes y sándwiches como “Ciudad de Dios”, y se renueva constantemente con nuevas creaciones. También ofrecen cervezas artesanales y mezcal de una cooperativa oaxaqueña. Como siempre, puedes llevar tus bebidas a la sala.
Pero la remodelación no significa que Cinemanía se aleje de sus tradiciones. Los precios de los boletos siguen siendo los mismos para cualquiera de las cinco funciones diarias: $60 entrada general, $40 para estudiantes y adultos mayores. También ofrecen paquetes de 10 boletos por $300. Además, tienen el concepto de “permanencia voluntaria”, donde los asistentes pueden disfrutar de un día completo de cine ilimitado por solo $90, de 12 pm a 9:45 pm.
La programación también se mantiene fiel al principio de exhibir películas que no se encuentran fácilmente en cines comerciales. Incluye retrospectivas, ciclos temáticos y matinés. Además, han introducido nuevas dinámicas como “Carte Blanche”, donde un director o actor mexicano invitado programa sus películas favoritas cada mes, y “Martes de M de Mórbido”, dedicado al cine de terror.
Cinemanía Loreto respeta y celebra su larga tradición como punto de encuentro para cineastas, actores y escritores, sin perder de vista su objetivo de convertir una salida al cine en una experiencia especial. Es una gran opción en la zona sur de la ciudad para todos los cinéfilos apasionados, donde cada día se encuentra algo diferente.
Colonia San Ángel: Café de las Artes
Está ubicado dentro de una plaza blanca llamada Villas San Jacinto, donde hay tiendas de artesanías y marcas mexicanas como Pineda Covalín, Flora María y Adoro México.
Este café se encuentra en la esquina del edificio, en una terraza con unas pocas mesas (unas tres o cuatro) y un ambiente muy tranquilo. Se siente como si estuvieras en París, pero con algunos toques mexicanos que lo hacen acogedor y cálido. Detrás de la barra hay un impresionante vitral con una colorida imagen que parece ser una hacienda, y sobre él cuelga una lámpara de cristal.
En la carta de bebidas puedes encontrar infusiones, tés y una variedad de cafés. Intenta pedir una infusión llamada “abril en México” en la barra, que tiene como base té negro con una mezcla de flores y mango. Tiene un aroma a frutas rojas y tropicales, y al probarlo es completamente floral y servido a la temperatura perfecta.
Tienen un menú de comida que no es muy extenso, con sopa del día, paninis, ensaladas y postres. Pregunta por los paquetes que incluyen una comida completa a precios bastante razonables. Luego, quizás decidas pedir una ensalada de quelites y un panini clásico. La ensalada lleva quintonil, hoja santa, huauzontle y una mezcla de lechugas. También va acompañada de aguacate, jitomates y queso panela a la parrilla con vinagreta de limón. La presentación es muy sencilla y el sabor es original.
Después, prueba un delicioso panini clásico. Tiene roast beef bien cocido y sazonado con cebolla caramelizada, aguacate, jitomates deshidratados y arúgula, acompañado de gajos de papa sazonados. Parece un platillo sencillo, pero está ejecutado muy bien.
Después de una comida deliciosa, pide un cappuccino de cajeta. Se sirve a la temperatura perfecta y tiene un delicioso sabor a caramelo, tanto que ni siquiera necesitas postre.
Tip: Si quieres comer rico a un precio accesible, tienen una promoción de lunes a jueves de 11 am a 4 pm, donde te dan un agua de sabor de cortesía al comprar cualquier panini o quiche.
La experiencia que brinda este café lo convierte en una visita obligada, ya que complementa perfectamente el ambiente de la plaza. Además del café, hay galerías de arte, exposiciones y artesanías. El lugar es cómodo incluso al aire libre, perfecto para pasear después de disfrutar café, té y una comida satisfactoria que deja un gran sabor de boca.
Colonia San Ángel: Museo de Arte Carrillo Gil
Todo buen mexicano conoce, o al menos debería conocer, la obra de los llamados “tres grandes” de la pintura y el muralismo del siglo XX. Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros son la piedra angular del desarrollo del arte pictórico en nuestro país, y sus famosos murales han sido recordatorios de nuestra historia y símbolos de nuestro patriotismo durante décadas.
Pero no todo en la historia de estos maestros consiste en pinturas monumentales o piezas famosas e invaluables. Entre su vasto trabajo hay pequeñas joyas que muy pocas personas han tenido el placer de ver. Litografías, dibujos a lápiz, grabados en metal y pequeñas acuarelas también forman parte significativa de la historia cultural de México en el último siglo. Don Álvar Carrillo Gil y su esposa, doña Carmen, lo sabían cuando comenzaron a coleccionar arte mexicano poco conocido.
Es impresionante entrar a un pequeño edificio de tres pisos con excelente arquitectura moderna y encontrarse con firmas mexicanas que rivalizan con las de maestros colosales en los mejores museos del mundo. La colección del MACG consta de 1,775 piezas, de las cuales 1,417 pertenecieron a la familia Carrillo Gil hasta su donación al gobierno federal en 1974. Muchos otros artistas se suman a los ya mencionados y aportan obras que retratan la vida cotidiana de la sociedad mexicana en los últimos 200 años.
Para coronar la experiencia, el museo ofrece diversas exposiciones temporales de artistas emergentes con el propósito de difundir nuevas formas de ver el México contemporáneo. Sin duda, el MACG es una joya invaluable, bien resguardada en el corazón de la zona sur de la Ciudad de México.
Colonia San Ángel: Museo de El Carmen
Ubicado en el antiguo pueblo de San Ángel, el museo ha sido privilegiado por su ubicación geográfica y las tradiciones populares que han forjado su carácter particular. Sin embargo, es su riqueza histórica y arquitectónica lo que le valió un lugar en la Zona de Monumentos Históricos en 1984, siendo el antiguo Colegio de San Ángelo Mártir, hoy sede del Museo de El Carmen, el recinto más importante entre el conjunto de más de 80 en la región.
Este recinto es un hito histórico que debes visitar, no solo por su arte sacro, que incluye pinturas, esculturas, grabados y exposiciones temporales, sino también por su arquitectura. El tesoro más valioso del museo es el edificio mismo, una construcción sobria, de proporciones armónicas y una profunda serenidad que diariamente desafía el embate de la urbanización.
Fue construido por los Carmelitas Descalzos (uno de los grupos religiosos más respetados de la Nueva España) en 1616, con el propósito de formar a sus sacerdotes. El diseño y la construcción estuvieron a cargo del fraile Andrés de San Miguel, responsable de numerosas edificaciones para la orden.
La entrada al museo se encuentra junto a la Iglesia del Carmen, que aún permanece bajo la custodia de los carmelitas. Al entrar, se llega al claustro bajo. Como signo de austeridad, los conventos de esta orden solo tenían corredores abiertos en el piso superior. La primera sala exhibe información introductoria y una línea del tiempo. Al oriente del claustro se accede a la sacristía, una deslumbrante sala ubicada junto a la iglesia, que servía para guardar vestiduras y accesorios sagrados para la misa. Destacan aquí los cofres, cajoneras y armarios finamente tallados, así como las magníficas pinturas de Cristóbal de Villalpando.
Una parte esencial de la sacristía era la sala de lavabo, adornada con azulejos españoles y pintura mural. Desde aquí, se puede subir a las celdas del primer piso o descender a las famosas criptas del Carmen, donde fueron enterrados los frailes que vivieron en el colegio. Allí también se encuentran las célebres momias en ataúdes de vidrio.
En el piso superior se encuentran las celdas o dormitorios de los frailes, la mayoría de los cuales se han adaptado como salas que exhiben pinturas y esculturas de arte sacro. Estas piezas forman parte del patrimonio carmelita. También se puede apreciar la capilla doméstica con un auténtico retablo barroco novohispano, tallado por el artista Francisco Martínez en la primera mitad del siglo XVIII.
El museo también alberga 50 figuras humanas en miniatura de cera realizadas por la artista Carmen Antúnez, que además de su realismo, constituyen un valioso registro etnológico de danzas rituales y trajes tradicionales de algunos pueblos de nuestro país.
Al fondo del museo, hay un jardín que evoca la huerta de los carmelitas, complementando el paisaje con un acueducto. Es un lugar atractivo no solo por su ubicación y las obras que alberga, sino también porque ofrece actividades culturales gratuitas para toda la familia.
Casa Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo
Lo más importante de esta casa, aparte de su lenguaje moderno y su propuesta constructiva, es su propósito de uso.
Las diferentes áreas deben observarse: la recámara o estudio del pintor no son nada comparados con el taller, alto y enorme. También vale la pena mencionar el puente que conecta física y emocionalmente a dos grandes maestros del arte en México. Es un buen ejemplo de cómo el arquitecto interpretó las necesidades de Diego y Frida, las fusionó con sus propias inquietudes y mostró el resultado en un edificio funcional.
Aunque solo son un par de residencias, ha sido objeto de estudio y de provocaciones, como cuando el ingeniero Raúl Castro Padilla afirmó que fue pintada con colores de “pulquería”. Vale la pena explorar la casa cercana, que estaba planeada como el hogar de la familia O’Gorman (recientemente reconstruida e inaugurada hace un par de meses). La conexión entre ambas obras es evidente, pero la de la esquina de Altavista alcanza un nivel superior.
Colonia San Ángel: Happening Store
Si nos alejamos un poco de las zonas industrializadas en que se han convertido Roma, Condesa, Polanco o el Centro Histórico, podemos encontrar muchos otros rincones encantadores de nuestra ciudad. Uno de estos lugares, ubicado en la zona sur de la Ciudad de México, es el barrio de San Ángel, donde las calles tienen ese toque rústico y pintoresco que recuerda a los viejos barrios de la ciudad.
Las diseñadoras Cynthia Yee y Bárbara Betanzos son las mentes detrás de este nuevo concepto en el sur de la ciudad, con el objetivo de apoyar el talento nacional con una selección de los diseñadores más representativos de la escena emergente mexicana. La oferta va desde ropa, calzado, accesorios y diseñadores de mobiliario, y hay un segundo piso dedicado como espacio de galería, donde se pueden disfrutar exposiciones colectivas de fotografías, ilustraciones o pinturas.